La cultura del espectáculo: el negocio del apendejamiento

El premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa advierte sobre la banalización de nuestro entorno, sobre el apoderamiento de lo light en el mundo cultural. Es cierto, la tecnología ha contribuido a volver más superficial lo que alguna vez fue patrimonio de los eruditos y de los sabios. El conocimiento está a la mano de quien lo necesite, sin embargo, no es utilizado o es asumido con superficialidad. 

La cultura del espectáculo ha convertido el morbo en una mercancía de ineludible consumo. Los medios de comunicación necesitan vender su pauta publicitaria y para ello recurren a desnudos, sexo, violencia, escándalos, tontería, etc, etc. Los medios de comunicación perdieron el rumbo, ya no quieren educar, ya no quieren tener responsabilidad social, ya no quieren culturizar; sólo quieren vender y vender. 

Vivimos en un mundo capitalista donde el dinero manda, y el dinero es el dios. Por eso, quienes están en el negocio de los medios masivos también rinden culto al dios dinero, y para ello se aprovechan de los instintos más básicos del hombre: el sexo, la ira, la rabia, la sed de sangre, la venganza, la curiosidad morbosa, la alegría por el mal ajeno. A los medios de hoy no les interesa infundir valores positivos, porque corregir no vende, educar no vende, culturizar no vende. Lo que vende es lo fácil, y lo fácil es seguir los instintos, como los animales. Ensalzar al animal en el hombre para vender audiencia, o rating, o boletas, o libros, o películas, o lo que sea. El show business es un negocio, y como todo buen negocio se basa en las leyes de la oferta y la demanda del mercado; y la demanda es básica: sexo, violencia, venganza, morbo. Y por lo tanto la oferta es similar: sexo, violencia, morbo, etc. 

Vargas Llosa tiene razón, vivimos en un mundo light , en un mundo de espectáculo, en un mundo donde todo se banaliza: la política, la economía, la salud, la cultura, todo. Nuestro entorno no promueve la corrección de las conductas, no, el entorno te invita a ser más animal, más avaro, más codicioso, más morboso, más lujurioso, más pendejo. La pendejada vende, la estupidez vende, porque es básica, porque es facilista. 

En un mundo sin valores, el único valor es el dinero, el único valor es la compra-venta de todo, hasta de lo más básico. Vivimos en un mundo banalizado por el propio sistema, donde no importa el desarrollo de valores positivos, porque esos valores son difíciles de asilmilar. Infundir valores positivos es aburrido, es poco popular. Enardecer los instintos, como hizo Hitler con el pueblo alemán, es fácil, es inmediato. Sólo algunos líderes están interesados en infundir valores positivos, sin embargo, esos líderes son cooptados por el mundo de los negocios, por el mundo de la oferta y la demanda, donde el negocio es embrutecer, donde el negocio es animalizar.

Algún día, cuando el agua esté hasta el cuello comprenderemos que infundir valores positivos es más importante que vender y vender, y dominar y dominar. Cuando el mundo aprenda la lección, cambiará la cultura, y los valores que nos apendejaron cambiarán. Muchos comprenderán que es más rentable educar que embrutecer, y que es más urgente culturizar que idiotizar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy interesante y además cierto, desafortunadamente cuando uno habla con la gente y trato de hacerles notar que el cine comercial, el fanatismo por los deportes y espectáculos así como las religiones, no aportan nada bueno, lo ignoran a uno y no se puede convencer a las personas que la vida es tan simple, solo actuar con ética y verdaderos valores humanos, o sea ya están demasiado apendejados y no tienen remedio.