El senador por el estado de Illinois Barack Obama obtuvo ayer finalmente el número de delegados para obtener la nominación como candidato del Partido Demócrata a la presidencia de Estados Unidos.
Después de unas elecciones primarias muy reñidas, el precandidato afroamericano logró que varios superdelegados se sumaran a su campaña, y que muchos estados de la Unión le dieran su voto de confianza.
Sin duda alguna ésta es la lucha más reñida por una nominación en la historia del Partido Demócrata de Estados Unidos, aunque la de 1.960 también fue muy empatada entre Kennedy y Lyndon Johnson, e incluso, la de 1.968 también fue muy reñida, pero en los últimos veinte años no se había visto una competencia como la que se dio entre Obama y Clinton.
Una nominación inédita, ya que es la primera vez que una persona de origen africano llega tan lejos en una carrera por la elección presidencial en el país del Norte.
El reto para Obama será ahora unificar a su partido, muy maltrecho por su contienda con Hillary Clinton, convencer a varios sectores de la población de que él sí los representa, y lograr derrotar a John McCain en noviembre.
En gran parte la clave del éxito para Obama en la elección nacional, será elegir a una fórmula vicepresidencial que tenga ascendente en las facciones que votaron por Clinton, pero sin descuidar su mensaje de cambio y de progresismo.
Un triunfo muy merecido para Obama, ya que él logró sumar respaldos muy valiosos que en conjunto le dieron la nominación, en otras palabras, fue de lo micro a la macro, ya que no subestimó el poder de estados que por dar pocos delegados o por ser republicanos no se presentaban como importantes para definir la nominación, pero Obama contó con el apoyo de esos estados, y ganó.
Para noviembre, sin embargo, Obama, si quiere ser presidente, tendrá que lograr el apoyo de estados como California, Ohio, Pennsylvania, West Virginia, New York, y Florida, donde su rival Hillary Clinton logró sendas victorias.
Empieza una nueva etapa muy interesante en esta elección histórica para Estados Unidos, ya que dos senadores se disputarán el cargo más deseado de la política del hemisferio occidental, y el mundo estará con la mirada puesta en este proceso, ya que los problemas por resolver no son pocos.
Después de unas elecciones primarias muy reñidas, el precandidato afroamericano logró que varios superdelegados se sumaran a su campaña, y que muchos estados de la Unión le dieran su voto de confianza.
Sin duda alguna ésta es la lucha más reñida por una nominación en la historia del Partido Demócrata de Estados Unidos, aunque la de 1.960 también fue muy empatada entre Kennedy y Lyndon Johnson, e incluso, la de 1.968 también fue muy reñida, pero en los últimos veinte años no se había visto una competencia como la que se dio entre Obama y Clinton.
Una nominación inédita, ya que es la primera vez que una persona de origen africano llega tan lejos en una carrera por la elección presidencial en el país del Norte.
El reto para Obama será ahora unificar a su partido, muy maltrecho por su contienda con Hillary Clinton, convencer a varios sectores de la población de que él sí los representa, y lograr derrotar a John McCain en noviembre.
En gran parte la clave del éxito para Obama en la elección nacional, será elegir a una fórmula vicepresidencial que tenga ascendente en las facciones que votaron por Clinton, pero sin descuidar su mensaje de cambio y de progresismo.
Un triunfo muy merecido para Obama, ya que él logró sumar respaldos muy valiosos que en conjunto le dieron la nominación, en otras palabras, fue de lo micro a la macro, ya que no subestimó el poder de estados que por dar pocos delegados o por ser republicanos no se presentaban como importantes para definir la nominación, pero Obama contó con el apoyo de esos estados, y ganó.
Para noviembre, sin embargo, Obama, si quiere ser presidente, tendrá que lograr el apoyo de estados como California, Ohio, Pennsylvania, West Virginia, New York, y Florida, donde su rival Hillary Clinton logró sendas victorias.
Empieza una nueva etapa muy interesante en esta elección histórica para Estados Unidos, ya que dos senadores se disputarán el cargo más deseado de la política del hemisferio occidental, y el mundo estará con la mirada puesta en este proceso, ya que los problemas por resolver no son pocos.
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