El piropo cibernético



Los comerciales de la televisión de hoy no son lo que eran hace unos años. Antes eran más divertidos, incluso, daba gusto ver propagandas. Todas las personas de mi edad y más viejas, recordamos con nostalgia los anuncios de Coca-Cola, hasta derramábamos lágrimas viendo esos comerciales. Los de FAB, los de Jack Snacks, Top, etc, etc. En conclusión, daba gusto ver los intermedios de los programas de televisión.

Hoy en día, los comerciales son más acartonados, menos creativos, más simples, aunque según un experto que me hablaba de esto hace unos años, las propagandas actuales son más eficaces, dan un mensaje más directo, y son más económicas. No sé, el caso es que me da pereza verlas.

Hace unas semanas apareció en la televisión colombiana un comercial de una empresa de telefonía celular en la cual aparece una bella modelo vestida de profesora. La chica lleva una falda larga de color negro, bastante ceñida a su cuerpo, una blusa blanca desabotonada – pero sin mostrar mucho-, unas gafas negras, y el cabello recogido. En conclusión, toda una Venus. Cada vez que el bendito comercial aparece en televisión yo me quedo embobado viéndolo. Ya sé qué estarán pensando, y creo que están en lo correcto. Sí, una mujer vestida de profesora es un fetiche. Esa misma compañía de teléfonos celulares había utilizado a modelos vestidas de enfermeras para su propaganda. Otro fetiche.

¿Qué es un fetiche? Es una especie de fantasía. Generalmente referida a gustos sexuales. El caso es que el comercial atrajo mi atención. La modelo es hermosa, y logra su objetivo: que uno mire el comercial.

Decidí investigar los datos de la modelo del anuncio publicitario, y di con su nombre, se llama Daniela Pinedo. Es una modelo muy cotizada, que ya ha participado en varias campañas en varios medios de comunicación. Como soy un estúpido, decidí averiguar su cuenta de Twitter y mandarle un mensaje. No sé con qué propósito, o para qué. La estupidez humana en todo su esplendor.

El mensaje que le envié, decía lo siguiente: “Hace rato no me fijaba tanto en un comercial de TV. Bellísima”. Un piropo cibernético. Por un momento, quise retractarme. Pero, después dije que no importaba. Estaría exhibiendo en público mi ridiculez, ¿y qué?

Horas después me contestó la modelo, de esta forma: “…muy bieen te ganaste 1000 puntos jajja @Tigo_Colombia gracias”.

Ahí viene la razón por la cual uno no hace piropos, ni en la calle, ni en Internet, y es que la respuesta puede evidenciar que uno en realidad es un imbécil.

Los piropos son cumplidos generalmente de índole estéticos. Los hombres lanzan piropos a las mujeres para decirles que son muy bellas, por ejemplo. Es muy raro que las mujeres lancen piropos, ellas sí son más inteligentes, no se exponen a una humillación o a una vergüenza, si les gusta un hombre sólo tienen que mirarlo con cara de salchichón cervecero y ya.

Exponerme a la humillación pública, al escarnio público, al ridículo, eso hice yo. ¿Qué lección saca uno de todo esto? Que la próxima vez que lance un piropo, mejor lo piense dos veces y vaya sobre seguro. Fuera de eso, los hombres tenemos un temor adicional a mandar piropos y es quedar como un “viejo verde”. Sí, los “viejos verdes” son aquellos hombres entraditos en años que van detrás de las muchachas jóvenes. No soy viejo, o mejor dicho, no tan viejo, pero si uno se mete a piropear queda expuesto también a que le digan: “viejo verde”. Aprendí la lección, la próxima vez que vea a una linda actriz o modelo por la calle, o que esté en Internet, me abstendré de emitir un cumplido de índole estético, por el bien de mi autoestima, y de la dignidad masculina.

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